sábado, 25 de junio de 2016

PLENILUNIO

BALAS DE PLATA

Lunes 17 de agosto de 2009.
12.45 a.m.


Medianoche pasada. El sonido del teléfono en un destacamento policial, sacó al carcelero de su aburrida y soporífera rutina. El llamado daba cuenta de que en las adyacencias del pequeño pueblo se habían producido disparos y solicitaban la presencia policial. Minutos mas tarde, el patrullero llegaba al lugar del hecho, constactando que un par de hombres se había trenzado aparentemente en una pelea. Uno de ellos yacía muerto y el otro presentaba heridas leves. Luego de practicarle las curaciones, el sobreviviente fue alojado en uno de los calabozos de la comisaría.
A la mañana siguiente el reo fue llevado a declarar ante el oficial de guardia, sin embargo se mostró taciturno y con modales de pocos amigos.


_ Usted no es habitante de nuestro pueblo. Es uno más de los llamados obreros golondrinas-le dijo hombre de la ley mientras le revisaba los documentos.


_ Así es, señor-respondió el preso con un gruñido.


_ En su documentación consta que se desempeña como minero al igual que el muerto- dijo el policía-¿por qué asesinó a su compañero?


_ Porque era un hombre lobo.


El oficial quedó por un momento desconcertado ante la afirmación del detenido, y luego, preso de la risa dijo:


_ Ja ja ja ja, de los años que pasé metido aquí es la primera vez que un asesino me da una respuesta tan graciosamente descabellada, ja ja ja.


_Yo fui herido por ese hombre lobo y esta noche de plenilunio me transformaré-dijo el acusado, mirando al policía fijamente- es una maldición y si no me deja en libertad para que pueda volver a la montaña, todos morirán.


_Ja ja ja ja, ¿usted me vio cara de tonto?-pregunto el policía-deje de hablar estupideces y responda de manera coherente, acaba de asesinar a un hombre.


_ Y esta noche lo asesinaré a usted.


El oficial pegó un rudo golpe sobre la mesa con el puño cerrado y se levantó de la silla y mientras que tomaba al reo del cuello de su camisa le gritó:


_ Vaya pensando en una historia mejor, o pasara el resto de sus días en esta cárcel, amigo.


Y diciendo esto tomó por el brazo al detenido, lo arrastró y lo lanzó a una de las celda violentamente. Luego aseguro las rejas y se retiró a su oficina mascullando bronca.


19.25 p.m.


El comisario del pueblo acababa de retornar de la ciudad vecina donde había llevado al muerto a practicar la autopsia y escuchaba atónito el relato del oficial a cargo del destacamento policial.


_Jajajaja, un hombre lobo, jajaja.


_ Eso es lo que declaró en la mañana, comisario, jajjajaj


_ Pues, lo único real que dijo, es que esta noche es noche de luna llena, jajajaja


_ Y que si no lo soltamos todos moriremos, comisario, jajajaj


El timbre del teléfono interrumpió las risas de los uniformados.


_ Le habla el director de la morgue comisario-dijo una voz a través de la línea.


_ Dígame, doctor.


_ El cadáver del minero que nos trajeron en la mañana presentaba orificios de bala, y le fueron extraídos cuatro proyectiles, comisario.


_Eso concuerda con el hallazgo de una pistola en el lugar del echo doctor.


_ Así es, pero lo raro que no eran balas comunes y corrientes, comisario...eran balas de plata.


El comisario tragó saliva al escuchar tal afirmación. Después de colgar el teléfono miró a su ayudante y le dijo:


_ Iré hasta la mina, oficial. Hablaré con el encargado del lugar. Tengo que averiguar quienes son estos dos hombres y de dónde vienen.- ý agregó- vigile al nuevo preso y ante cualquier situación me llama al radio.


20.50 p.m.


La entrada a la mina permanecía abierta. El comisario se apeó del patrullero y recorrió los pocos metros que lo separaban del oscuro orificio de ingreso.
Las primeras sombras de la noche comenzaban a caer sobre el paisaje montañoso. Reinaba un pesado silencio y antes de entrar al pasadizo giró su cabeza y vio que tras el pico de un cerro macizo se alzaba misterioso y enorme el círculo plateado de la luna llena.


20.55 p.m


En la comisaria el oficial terminaba de repartir la cena entre los cinco detenidos que conformaban la población de reclusos en la cárcel. La celdas se encontraban contiguas y a lo largo del patio tracero de la pequeña edificación. Estaba a punto de servirse a sí mismo en la pequeña cosina, cuando algo lo puso en alerta. Era un especie de sonido gutural que provenía desde los calabozos.


Se apresto a recorrer el lugar nuevamente y pudo constactar que todos los detenidos terminaban ya casi de cenar, y solamente el plato del minero permanecía sin tocar.


_ ¿Que te pasa hombre lobo?-le preguntó burlonamente- ¿no te agrada la cena? ja ja ja.


El reo levanto la mirada y se clavó en los ojos del oficial. Una extraña expresión se había apoderado de su rostro...a la vez que una espesa saliva chorreaba de su boca. El policía revisó una vez mas las cerraduras y se volvió al interior del edificio.


21.00 p.m.


El comisario linterna en mano se encontraba recorriendo los silenciosos túneles de la mina. Nadie había acudido a sus llamados. Era extraño que el lugar se le apareciera a oscuras y sin señales de vida, siendo que la veta era explotada durante las veinticuatro horas por el personal. Movimientos al final de uno de los corredizos lo sobresaltó. Apuntó el rayo de luz y una masa oscura y uniforme se dejó entrever a la escasa luminiscencia.
Decenas de ratas salieron huyendo por entre sus piernas mientras se acercaba a los bultos tirados en el helado suelo de la mina.
Lo que vio a continuación lo dejó pálido del espanto.
Tres cadáveres semi devorados, yacían con las entrañas desparramadas, en medio de un hedor insoportable que lo hizo trastabillar hacia atrás.
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21.05 p.m.


En la celda del minero un evento indescriptible estaba a punto de desarrollarse. Tumbado en el camastro el reo se debatía frenéticamente. Extrañas convulciones lo asaltaron..sentiá en su piel una picazón desconocida a la vez que un sofocante calor bañaba su cuerpo en un sudor espeso. La sangre le hervía en las venas, la respiración se le volvió agitada mientras que el corazón le latía desbocado. Lanzó un gemido como de agonía al sentir un dolor atroz en las articulaciones. Notó sus huesos expandirse a lo largo de todo su cuerpo.
Estiró sus manos y con los ojos vidriosos las vio cubrirse de una pelambre áspera y gruesa a la par que observó como de sus dedos aparecían largas y afiladas garras.
Sus mandíbulas crujieron dramáticamente mientras que un dolor agudo se adueñó de su dentadura, especialmente de los caninos que comenzaron a salirse desmezurados de la boca, que ahora mas parecía un hocico de animal salvaje. De repente perdió toda noción de lo que estaba viviendo, la metamorfosis llegó a su clímax, abrió los ojos desesperadamente y una fuerza terrible y destructiva se adivinó en el fondo de sus pupilas dilatadas. Un aullido estremecedor se escapó de su garganta y retumbó en el fatídico silencio de la noche.


21.15 p.m


El plato con la cena a medio comer del oficial fue a parar al suelo debido al sobresalto que le provocó el aullido del animal y que hizo que se levantara de la silla como un resorte. Salió desbocado hacia los calabozos, arma en mano. El ruido de las rejas, como si las estuvieran sacudiendo y el grito desesperado de los presos convertían el momento en un autentico pandemónium. La escena que se presentó ante sus ojos lo dejó paralizado. Una bestia enorme había destrozado las cerraduras de los calabozos y estaba devorando a uno de los presos mientras que otro agonizante yacía a sus pies con la garganta desgarrada. Apretó el gatillo y vació el cargador de su revolver contra el monstruo que no acusó recibo. Por el contrario, abrió la siguiente celda y con la fuerzas de sus garras atacó a los dos últimos presidiarios, vaciando a uno de ellos sus tripas sobre el camastro.
No se había dado cuenta el oficial que se había quedado sin balas, y seguía tirando del gatillo enloquecido de espanto. Hasta que vio al animal volverse hacia él...Retrocedió tambaleante hacia las oficinas. Necesitaba otra arma de fuego para acabar con aquella criatura asesina. Podía sentir el jadeo de la bestia a sus espaldas mientras corría. Descolgó del escaparate una pesada ametralladora y un revolver y arrojándose al piso esperó a que la bestia asomara por la puerta. Unos disparos volvieron a retumbar en la espesa atmósfera de la noche, y un alarido de terror se confundió entre los volátiles átomos del aire.

21.30 p.m.
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La luna llena sigue levantándose plagada de oscuros presagios en el espacio sideral. Una bestia sangrante deambula entre las callejuelas desiertas del pequeño pueblo. No te atrevas a salir esta noche de plenilunio amigo mio. No te atrevas a rondar las calles mientra la criatura aceche impunemente tu morada. Mejor espera el nuevo día y ve a buscar un puñado de balas de plata.
FIN

HISTORIA DE AMOR Y VENGANZA

 Cuentan que por ahí, en el año 1856, en uno de esos pueblos alejados de la entonces montañosa y desértica ciudad de Monterrey, Nuevo León, sucedió que dos hombres lugareños se disputaban el amor de una bella mujer llamada Margarita. Era tanto el amor y el cariño que Ponciano y Federico le tenían a la muchacha que no había día que no se enfrentaran y sus miradas retadoras no se cruzaran a punto de desatar una pelea. Sin embargo había algo que ambos hombres ignoraban: el corazón de Margarita pertenecía en secreto a otro muchacho de ese mismo pueblo. Su nombre era Lorenzo y era un extraordinario jinete que montaba con gran agilidad los caballos del rancho "La Cruceta" donde desempeñaba labores rurales. Y precisamente cuentan los bisnietos de quienes fueron testigos, fue en ese rancho donde se protagonizó una de las mas terroríficas historias, de la cual aún no se tiene una explicación lógica y científica de lo que en realidad sucedió ahí. Dicen que cuandoorenzo se dio cuenta del amor que Margarita en silencio le profesaba a él, le correspondió totalmente en sus sentimientos y se la robó en una noche de luna llena, con previo consentimiento de ella y se la llevó a su rancho, para ser felices solos y amarse profundamente. Sin embargo, al enterarse los padres de Margarita se negaron totalmente al romance entre el humilde Lorenzo y la doncella, pues los predilectos para ellos eran precisamente alguno de los otros dos hombres en disputa. Lorenzo sin pelear una sola batalla se había ganado el corazón de esa bella mujer. Pero ni el padre de Margarita, y mucho menos aquellos dos hombres se hiban a quedar tan tranquilos y dejar en brazos de aquel muchacho a la hermosa Margarita. Así fue que el propio padre en complicidad de Ponciano y Federico acordaron un plan para deshacerse de Lorenzo y quitarlo del camino. Fue así que, una noche y con algunos pesos de por medio, aquellos otrora rivales y ahora compañeros, irrumpieron en aquel alejado rancho de "Las crucetas". Margarita estaba dormida mientras Lorenzo terminaba de amarrar unos caballos en el establo. En eso estaba cuando de repente en la oscuridad de la noche cuatro poderosos brazos lo atraparon y una nube de puñetazos llovió sobre su rostro sin darle oportunidad a nada, ni siquiera de ver a sus agresores. La golpiza fue tremenda, al grado de que los golpes y los gemidos de Lorenzo despertaron a Margarita, pero cuando quizo salir, sólo atinó a ver que mientras uno de los agresores agarraba a Lorenzo fuertemente, el otro no cejaba de darle golpes en la cara, hasta dejarlo caer como un guiñapo. La muchacha del susto se quedó paralizada ante la escena sin poder reaccionar. Finalmente y como tiro de gracia una filosa hoja de un machete que uno de aquellos canallas cargaba, brilló a la luz de la luna para pasar violentamente por el cuello del pobre joven que fue brutalmente asesinado. La cabeza de Lorenzo rodó por el césped limpiamente ante el espanto de Margarita y fue entonces que de su garganta dejo escapar un grito de horror e impotencia al tiempo que perdía el sentido. Aquellos cobardes al descubrirla, salieron huyendo, no sin antes echar un vistazo al cuerpo decapitado de Lorenzo. Esbozando una cínica sonrisa en complicidad se retiraron de aquel lugar, sin darse cuenta éstos, que la cabeza de un decapitado tarda entre diez y veinte segundos en perder la conciencia, y que con la leve luz de la luna alcanzó a distinguir los rostros de sus asesinos. La noticia de aquel asesinato se dio a conocer a nivel regional, mas nunca se supo de los asesinos y así estos recibieron el resto del dinero acordado con el padre de Margarita, y ahora sólo quedaría pendiente la disputa entre ellos sobre quién habría de ser el merecedor de las caricias de aquella dulce niña. Mientras la dolida muchacha al paso de los días se fue marchitando lentamente como una flor. No pasó mas de una semana, cuando en una noche se oyó y se le vio galopar cerca de aquel pueblo un caballo negro. Pero la sorpresa es que quienes lo vieron no podían dar crédito a lo que observaba sus ojos, puesto que el hombre que montaba ese caballo...¡¡¡no tenia cabeza¡¡¡ Y fue después de esa aparición fantasmal que el cuerpo de Ponciano se localizó decapitado y descuartizado en un atajo próximo al pueblo. Mientras que horas después cerca a la casa de Margarita hallaron el cuerpo inerte de Federico, comprobando que había corrido la misma suerte que su enemigo devenido en cómplice. Los dos fueron decapitados con la misma saña. Mientras tanto, fuera de la casa de Margarita se encontraba un remolino de gente, entre curiosos, algunos de la policía montada y una avalancha de reporteros. Se podía observar que la puerta principal de madera fue quebrada violentamente y yacía apenas colgada de una de sus visagras y dentro de la sala apareció el cadáver del padre de la joven. El cuerpo se veía sin manchas de sangre ni huellas de violencia. Sin embargo en su rostro quedó marcado un rictus de terror, como si antes de morir hubiese estado ante una visión espantosa o la impresión mas fuerte de su vida que fue lo que le causó un infarto y lo condujo a la muerte. Los tres pagaron muy caras sus malditas acciones y la osadía de invadir y mancillar un amor tan puro, pagando con la misma moneda: la muerte. Pero la gente extrañada se preguntaba ¿quién los mato?¿tenían algo que ver con el asesinato del joven Lorenzo?¿ y dónde está Margarita? ¿se la llevó el jinete sin cabeza?¿por qué desapareció del pueblo?¿ella fue la causante de todo?¿ o estaría muerta también? Nadie supo ni pudo responderse esos interrogantes que ni con el paso del tiempo quedó aclarado. Pero cuentan algunas versiones, y casi la mayoría coincide, que aquella noche el jinete sin cabeza apareció para vengarse de sus asesinos y que si en vida le arrebataron el amor de Margarita, más allá de la muerte no pudieron lograrlo, pues el jinete decapitado además de cobrarse la mala jugada se llevó a su amada lejos, muy lejos. Cuentan que nadie, jamas volvió a ver a Margarita ni a aquel jinete extraño en el pueblo. Dicen que ambos se marcharon definitivamente al mas allá a todo galope para seguirse amando como jamas lo pudieron hacer en vida.
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EL FUJITIVO

Sábado 9 de Enero de 1960

La lluvia había comenzado a arreciar desde hacía un par de horas sobre Blue Lake, pequeño poblado minero al este de Colorado, y era muy extraño, ya que en esa zona desértica jamás había precipitaciones fluviales en esa época del año. El viento aullaba entre las cornisas en esa noche oscura sólo iluminada por el cielo plagado de relámpagos. El campanario de la iglesia tañía al compás de las ráfagas violentas de la ventisca desatada con furor, mientras que a la luz de las velas sus sorprendidos habitantes se preguntaban hasta cuándo duraría esa inesperada tormenta. La familia Irwin había terminado de cenar, estaban revisando las puertas y ventanas de la casona sacudidas por la fuerza del agua y el viento. Unos golpes en la galería del frente los puso en alerta, al tiempo que una especie de arañazos se dejaban oír detrás de la puerta posterior. John, el jefe de la familia apoyo su oreja en la madera, mientras unos gemidos entremezclados con el silbar del vendaval se introdujeron por sus tímpanos.


_No abras esa puerta-le dijo su mujer, con un mal presentimiento que de pronto pareció invadirle las entrañas- no abras.


_Parecen quejidos, quizás sea alguien que se accidentó en medio de la tormenta-le respondió-tal vez necesita ayuda.


Al abrir se encontró que apoyado contra la puerta yacía un hombre sentado en las escalinatas, que lo miraba con los ojos desorbitados y que antes del desmayo le alcanzó a decir:


_ Ayuda, él viene detrás de mí...piedad....

Domingo 10 de Enero de 1960

John Irwin entro al hospital de Blue Lake antes de caer la tarde. Si bien el viento había menguado en su intencidad una fina llovizna se abatía aun en el pequeño pueblo. Había venido a interiorizarse sobre el estado de salud del desconocido que esa noche llamara a su puerta. En medio de la tormenta él lo había traído hasta el pequeño centro asistencial. El doctor lo recibió con amabilidad al tiempo que le informaba:


_El paciente aun duerme, lo mantengo sedado, pues parece muy intranquilo, tiene el sueño alterado, como si estuviera viviendo una pesadilla. Pero lo mas grave son las quemaduras que presenta en todo el cuerpo y que seguramente lo llevaran a la muerte en cuestión de horas. La piel se le cae a pedazos, no sabemos quién es ni de donde ha venido. Solo se le escucha murmurar acerca de alguien que lo persigue...


_El comisario fue a interrogarme, pero yo tampoco lo he visto antes por el pueblo. Me dijo que saldría a investigar los alrededores de Blue Lake, por si se tratara de algún accidente.


En ese momento las puertas se abrieron y entró el comisario con el semblante oscurecido.


_ Doctor, preparese para recibir a un herido. Nuestro amigo Charly está muy grave, lo encontramos en las cercanías de la mina abandonada, algo lo atacó, aparentemente una fiera salvaje, por el tipo de heridas que pudimos ver.


_Es él, él ya esta aquí...por favor...no dejen que me lleve...


Los presentes giraron la cabeza hacia el pasillo desde donde venía la voz y vieron al desconocido apoyado en el marco de la puerta. Lo cubría una bata blanca bañada por una especie de líquido sanguiñolento que al tratar de avanzar se abrió dejando ver en las piernas unas llagas profundas y putrefactas.


_Él viene por mi...No dejen que me lleve....


El enigmático ser cayó de rodillas, el doctor corrió a socorrerlo, lo levantó y se lo llevó a la sala de quemados, mientras trozos gelatinosos de piel se le desprendían y quedaban adheridos al piso del corredor.


_Yo he visto antes a ese sujeto-murmuró el comisario- su cara me resulta familiar y huele terriblemente mal.


_ Huele a podrido, comisario-afirmó Irwin, mientras se llevaba un pañuelo a la nariz.

Lunes 11 de Enero de 1960

El doctor analizaba las heridas del hombre atacado el día anterior.


Eran profundas y había tenido que suturar en varias partes. Aparentaban ser dentelladas y arañazos. Pero había algo que le llamaba mucho la atención y era que muchas de esas heridas estaban como cauterizadas, como si algo al rojo vivo las hubiese sellado al instante de provocarlas. Descubrió parcialmente la que se encontraba en el cuello de Charly.


Podía observar el movimiento de la yugular palpitante mientras un olor a carne quemada se desprendía de la herida. ¿Qué o quién lo había atacado?
El desconocido mientras tanto continuaba desvariando sumergido como en una constante pesadilla. Esa noche la furia de la tormenta pareció retornar nuevamente. Corrida la voz de que una fiera salvaje merodeaba el pueblo nadie se atrevió a salir a la calle en esa noche tempestuosa.


Los ladridos de los perros se confundían con el bramar del viento y el retumbar de las nubes cargadas de electricidad que se debatían entre los relámpagos. Con las primeras luces del amanecer un nuevo misterio sacudió las entrañas de Blue Lake: los cadáveres destrozados de varios animales, perros, algunos gatos y aves de corral yacían desparramados por el pueblo. El terror se hizo dueño de Blue Lake.


Parecía que junto a la tormenta hubiese arribado también al lugar un enigma fatal y espeluznante.

Martes 13 de Enero de 1960

Con el correr de las horas el enigma de Blue Lake seguía creciendo. Sus habitantes sumidos en el pánico y creyendo de que un animal invisible los tenía cercados. Pece al temporal el comisario con su ayudante habían recorrido los alrededores del poblado en busca de pistas o huellas del extraño merodeador. No sabía por qué, pero tenia la corazonada de que ese hombre llegado con la tormenta del sábado tenia alguna relación con la fiera que había causado la muerte a los animales y herido de gravedad al minero que se recuperaba lentamente en el hospital. Pero por más que intentara sacar algún tipo de información al desconocido nada coherente había salido de los labios del extraño personaje. Aun trataba de recordar dónde había visto las facciones del hombre que se le hacían conocidas. Estaba seguro que lo había visto alguna vez, pero ¿dónde y cuándo?


De pronto el cielo de la noche se había abierto, una luna llena resplandeciente se colgaba de esa bóveda celeste, solo que no lucia su luz de plata, sino que un tinte rojo parecía invadirla por los bordes. Una sensación descononocida lo invadió y se dirigió en su patrulla hacia el hospital.


En ese momento se sintió el protagonista de una película de terror, recorriendo el trayecto envuelto en las brumas de las calles desoladas. Ni bien abrió la puerta de ingreso al centro asistencial la escena se le antojó indescriptible. En el piso relucían algunos charcos de sangre, la luz parecía enloquesida, intermitente como a punto de cortarse.


Un calor sofocante lo invadía todo, rodeando la atmósfera de una espesa sensación desconocida. Fue siguiendo el gotear rojo de la sangre fresca hasta llegar a la sala de quemados. Tirado en la aceptica cerámica de la habitación yacía el doctor, con su blanco delantal teñido de rojo.


_La bestia se lo llevó- le dijo el médico con un hilo de voz-él sabía...que vendría por él....


_ ¿Quien es la bestia?...por Dios...doctor, dígame...


_Siga el rastro...siga...el rastro...de carne...quemada...


El policía al fin pudo reaccionar y encendiendo su linterna iluminó el piso que relampagueaba en destellos de neón. Salio al corredor y observó pedazos de carne que marcaban el sendero a la puerta tracera del hospital. Un olor putrefacto se pegó a sus fosas nasales. Salio al exterior, la noche lo recibió en su manto negro y espeso.


No era difícil seguir las huellas macabras de la carne desperdigada en el barrial. Cuando se dio cuenta se vio parado en la entrada de la mina abandonada. En ese instante se le erizaron los pelos de la nuca. El miedo sacudió sus entrañas, hizo el amague de volver al pueblo por ayuda, sin embargo un sonido gutural proveniente del oscuro pasadizo minero lo detuvo. En su experiencia sabía distinguir el peligro, y la luz de alerta le indicaba que debía alejarse cuanto antes de esa vieja mina...no obstante el cumplimiento del deber estaba para él por encima de todo.


Con el arma temblando y apuntando hacia la oscuridad con su linterna, comenzó a sumergirse en ese túnel abandonado. Cinco pasos...siete...diez ...quince...el aire enrarecido...un olor nauseabundo...veinte pasos...susurros y gruñidos...las sienes palpitantes...jadeos...la oscuridad...la linterna que deja de funcionar...por unos segundos interminables...un resplandor proveniente de uno de los laterales de ese pasadizo sin final...veinticinco pasos...un calor abrazador...un crepitar como de llamas...ya llega al recodo del corredor...jadeos...los ojos desorbitados...una visión fatídica...un enorme perro de tres cabezas de pupilas llameantes lo miran desde la nueva galería...el cuerpo del extraño desconocido tirado a sus pies...una bola de fuego, de flama ardiente como telón de fondo...las puertas del infierno.
Cancerbero y el extraño fugitivo que se adentran en esa bola roja...y ya nada mas.

El titular de un viejo periódico en la primera plana decía lo siguiente:

Albert Fish:


Albert Fish es considerado uno de los asesinos seriales americanos más notables y estremecedores del siglo XX. Es condenado a la silla eléctrica y ejecutado en la prisión de Sing Sing el 16 de enero de 1936. Cuando se le preguntaba por la cifra exacta de sus victimas, respondía sonriendo: “Por lo menos cien”. Tubo una sorprendente reacción después de ayudar a los guardias a colocarle los electrodos, y se mostró entusiasmado.
Albert Fish se llevaría a la tumba su mayor secreto, el número de personas que habría asesinado. Las opiniones de los psicólogos son contrastadas en ese aspecto, unos hablan de varios centenares de víctimas, mientras que otros estiman que no hubo más de cincuenta. Finalmente se le acusa de haber asesinado un total de 15 niños, la gran mayoría procedentes de las capas más pobres de la población
“Que alegría morir en la silla eléctrica. Será el último escalofrío. El único que todavía no he experimentado…”

Mientras realizaba su carrera de policía el comisario del pueblo, había tenido la oportunidad de conocer la vida de los grandes asesinos seriales de la historia, y ese hombre que se apareció una noche de tormenta en Blue Lake, tenia este rostro.

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LA VENGANZA DEL VAMPIRO



Año 1895

Mi nombre es Lucien. Llevo más de dos años durmiendo en esta tumba olvidada. Navego en un estado soporífero, sumido en un letargo eterno y silencioso. Me siento elevado en medio de un limbo lúgubre, en donde la conciencia se desvanece y parece flotar en un ambiente desolador. Me niego abrir los ojos en esta oscuridad. Solo hay algo que impide a mi alma buscar la libertad hacia ese paraíso imaginario que una vez soñé. Hoy me atan pesadas cadenas que aprisionan mis sentidos... doblegan mi voluntad. Y es esa sensación de odio...ese deseo de venganza, lo que me mantiene alerta en esta especie de sopor. La realidad me despierta al fin...se presenta en mi mente derribando las murallas de mi propio espanto...estoy muerto en vida. Prisionero en mi ataúd, preso del silencio y de la soledad...y espero...espero el fatídico momento de rebelarme a éste, mi inaceptable destino. Me muevo apenas en mi pequeño claustro, este al que me arrastraron una noche fatal, cuando doblegado al accionar invasivo del veneno, sucumbí a la desvastadora parálisis multi-orgánica que me dejó sin ninguna defensa.No solo envenenaron mi cuerpo, sino también mi alma que clama venganza y no descansará hasta ser complacida y vea torrentosos ríos de preciosa sangre correr desbordada...caliente...roja...han sido meses, días, horas...interminables. Mi organismo poco a poco ha ido regenerándose, limpiándose a la par que mi corazón se fue convirtiendo en una dura roca, árido y con sed de justicia. La humedad del mausoleo, el abandono y el tiempo han trabajado conjuntamente en mi favor. El féretro huele a moho, a metal oxidado. Su deterioro me brindará la oportunidad que llevo años esperando. La libertad y la posibilidad de vengar la afrenta sufrida, lavar el honor y reparar la humillación a que fui sometido por mi esposa Elibeth y su complaciente amante. Flexiono mis rodillas con gran esfuerzo para hacer presión contra la tapa del ataúd...mi cuerpo entumecido se arquea con dificultad...mis venas resecas se contraen violentamente...y mis brazos empujan hacia arriba.Cruje el metal de mi estrecho claustro y de pronto la tenue luz del atardecer se sumerge de lleno en mis dilatadas pupilas...mis ojos inmenzamente abiertos sucumben ante el rayo mortecino que se filtra desde los altos vitrales del mausoleo.
Soy libre...al fin.



Soy Elibeth, vivo atrapada en mis sueños, no se distinguir la realidad de la fantasía. Llevo un volcán en el interior de mi cuerpo, me he convertido en una depredadora vampiresa, insaciable y sexual.Tal es que atenté contra la vida de Lucien, mi esposo, para poder estar con mi amante y mientras lo vi retorciéndose de dolor, mi cuerpo llegó al clímax. Estaba muy excitada, ese día había sido mi mejor corrida, mi mejor orgasmo.Era la primera vez que había atacado a alguien a quien había amado tanto y me di cuenta que me gustaba, que me atraía la idea de correrme sin ser tocada, sin ser penetrada.
Malcom llego a nuestra mansión en busca de trabajo, una tarde de invierno en que la nieve caía en un espeso manto blanco. Nos encontrábamos en una época de recesión y escaseaba la mano de obra. Eso y sumado el recelo de los habitantes del valle de la comarca hacia nuestra oscura mansión, de la que muchos permanecían alejados, hizo que Lucien aceptara de inmediato al joven forastero. Su porte atractivo, su juventud y lozanía pronto me cautivaron, mientras que la lisa y apetitosa yugular latiendo en su cuello, se convirtió en el blanco irresistible de mis deseos más primarios... Al verlo cada mañana con su torso desnudo, mis colmillos sedientos y afilados se dejaban entrever, quería hincarle el diente y nunca mejor dicho. El me miro yo iba con un camisón blanco y transparente, no llevaba nada bajo el mismo, el se quedo mirando fijamente hasta que mi mirada fue a parar a la suya, se dio la vuelta y cuando se dispuso a salir de la habitación di un salto y me coloque tras de él. Podía sentir su corazón palpitar a ritmo acelerado y podía oler su sangre esa que quería saborear ,de la misma manera, que quería que el saboreara mi orgasmo. Mi primer instinto fue tirarme a su cuello y dejar sus venas vacías, frías, muertas. Pero el al notarme tan cerca, se dio la vuelta y mis ojos miraron la anatomía saliente de su pantalón. Por un momento casi creí que me había corrido. Baje mi mano hasta su paquete, el se dejo hacer, cuando se acerco a besarme lo separe de mi, le hice jurar que a partir de ese momento seria mi esclavo y yo su ama. Que si no lo juraba, primero lo usaría y luego tendría que matarlo, pero si lo hacía le daría la vida eterna, el sonrió y me dijo: A partir de este momento eres mi dueña y señora y quiero vivir una eternidad contigo. Ahora era yo quien reía a carcajada. El besó mi boca y dejé caer mi camisón al suelo, dejando mi cuerpo al desnudo, mientras que bajaba sus pantalones y le desgarraba su ropa interior con mis uñas afiladas...Me penetro brutalmente en los escalones, sentía su miembro duro y tieso y notaba como me lo clavaba en mi sexo, como si de una estaca se tratara. Deje que se corriera a gusto y luego nos dirigimos a la cama. Allí ate sus pies y sus manos mi lengua recorrió cada pliegue de su piel y con mis uñas le hacia pequeños cortes en su cuerpo para luego beber, mis colmillos estaban completamente fuera y el comenzó a gritar... yo le recordé que le había prometido la vida eterna y era una mujer de palabras. Besé su cuello para buscar sus venas y cuando di con ellas, le hinque el diente, y comencé a succionar hasta que el quedo inconsciente. Me recosté a su lado a descansar un instante. Tu morirás, pero no desangrado, pensé...morirás de cansancio sexual.... era el clímax de un éxtasis total que hacía mucho tiempo no vivía.



Con las primeras sombras del anochecer me encuentro abandonando el laberinto de tumbas del cementerio que me albergó durante tanto tiempo. Una enorme luna llena se levanta en absoluta blancura y serenidad por el horizonte. Mis pasos son vacilantes. Mis piernas están entumidas y pesadas, apenas puedo mantener el equilibrio mientras camino por la enmarañada senda rumbo a mi otrora mansión. Una voraz debilidad hace estragos en mi cuerpo y la sed reseca mi boca llagada. Mis carnes se sacuden en espasmos dolorosos e intermitentes. Pero aun así sigo avanzando... Veo llegar la hora de la venganza y eso es lo que más me da fuerzas para desandar el camino. La imagen de Elibeth, su cuerpo tan deseable, los momentos de lujuria y pasión arrebatadora de mi vida con ella, invaden mi mente febril y por momentos perdida. El solo hecho de pensar en ella me quema la piel. Nada me había perturbado mas que el descubrimiento de su traición, nada me había enceguecido más que el saberla junto a otro hombre al que ella había convertido y que ahora la poseía y la disfrutaba. Nada me había dolido más que junto a su amante me envenenaran y me sepultaran en ese humedecido mausoleo para siempre. Sin embargo a pesar de esa estaca que ella me había clavado en el corazón al arrojarme a ese ataúd, la tristeza de pensar que la perdería por toda la eternidad me causó estragos en el alma. Cuando había andado ya la mitad del camino algo me detuvo e hizo que me ocultara entre las malezas que bordeaban la senda. Aguzé mis oídos y de repente el sonido cristalino de unas risas llegaron hasta mi. La luz plateada de la luna iluminó de pronto las figura de dos jóvenes enamorados que corrían hacia mi dirección. La visión de esos cuerpos rozagantes y llenos de vida me abrió un apetito voraz. El deseo de sangre fresca, dulzona, tibia, me invadía los sentidos, me causaba un anhelo y una locura incontrolables. Necesitaba beber de ese líquido rojo y vital, para que pudiera ser testigo de mi nueva resurrección. La pareja de jóvenes pasó jadeando a pocos metros de mi y, el olor a vida me impregnó en un instante las fosas nasales. Me relamí de placer imaginando sus venas abarrotadas del vital elemento espeso y rojizo.Minutos después e ignorando mi presencia envuelta en la penumbra, yacían tumbados sobre la hierba fresca, a punto de fundirse uno en el otro en una cópula plagada de jadeos y suspiros. Las pertenencias que el muchacho llevaba encima volaron por el aire y casi cayeron a mis pies. El brillo reluciente de una espada destelló entre el revoltijo de sus ropas. La levante y acomode su empuñadura entre mis manos. Me acerqué lentamente, silenciosamente hasta sus cuerpos enlazados, transpirados y desenfrenados. La espalda del joven se movía en un galopante vaivén. Elevé la filosa hoja hacia el cielo y volcando las pocas fuerzas que conservaba en mi cuerpo la deje caer sobre ellos con toda la violencia de que fui capaz. Se hundió la espada atravesando sus cuerpos simultáneamente y partiéndoles el corazón, se clavó en la humedad del suelo. Alaridos de dolor rasgaron el macabro silencio de la noche. Me lancé sobre los despojos aun ardientes y enterré con desesperación mis hambrientos colmillos en el cuello aun palpitante de la hermosa muchacha. Sentía el tan deseado elixir invadir mi boca, saciar mi sed apabullante y llenarme de vida nuevamente. No se cuanto tiempo permanecí bebiendo el néctar tan preciado de sus venas. Lentamente me puse de pie, desenterré la espada de sus cuerpos inertes, la cargué conmigo y seguí mi camino hacia la ya cercana mansión. Mi venganza estaba a punto de consumarse.
La fachada de la gran mansión se dibujó de repente ante mis ojos. Con la nostalgia a flor de piel me quede extasiado observándola por largos minutos. A medida que me acercaba a ella se hacia más imponente. Mis piernas temblaron al comenzar a subir las amplias escaleras de acceso a la majestuosa mole de cemento gris que me recibió envuelta en una espesa atmósfera cargada de presagios.Estiré mi mano hacia el enorme portal y este cedió ante la leve presión de mis dedos. Siempre estaba abierta...pues nadie que fuera desconocido osaba poner sus pies en la tenebrosa edificación.Avance por los silenciosos corredores, oscuros, interminables y que conocía tan bien...Se me aceleró el pulso al detenerme ante la puerta de la alcoba principal. Las sienes me palpitaban al unísono con los latidos del desbocado corazón. La puerta yacía entreabierta, una tenue luz de velas apenas iluminaba en su interior. Me deslicé a la habitación como un ladrón se introduce en el escenario de su raíd delictivo.La escena que se presento ante mis ojos me aniquiló. Ahí yacían los dos autores de mi desdicha eterna. Tendidos en la cama, sobre la blancura de las sábanas..dormidos, entregados al placer, esta vez del sueño...sin imaginar siquiera a la muerte rondar tan cercana.Tomé nuevamente la espada teñida de sangre...rocé con su filo apenas en el brazo del hombre que acusó recibo del pinchazo helado del acero en su piel...lentamente se enderezó y sus ojos otearon en la semi oscuridad. Debió escuchar mi alocada respiración, porque en un segundo se sentó al borde del lecho. No le di tiempo ni siquiera de sorprenderse. La espada buscó la garganta, atravesó su cuello y en una milésima de segundo, la cabeza salió despedida al centro de la alcoba en medio de un rió de sangre. Elibeth despertó en ese segundo crucial y lo que vio no pareció encajar en su obnibulada mente. La miré con todo el amor y la pasión con que la había recordado y deseado todo este tiempo.Su grito de terror me sacó de ese instante eterno y a la vez fugaz del abismo sideral donde mi alma oscura había descendido...la vi escapar desnuda a través de la cortina del tiempo que parecía detenido...espada en mano salí tras ella mientras mi desenfrenado corazón parecía salirse de mi pecho.



Salí huyendo de la habitación presa del pánico. La imagen de Malcom desangrándose y su cabeza casi al borde de la cama mirándome con sus ojos desorbitados me espantó. No podía dar crédito a lo que mis aterradas pupilas acababan de ver. Lucien había regresado...era increíble. El aire helado de la noche me castigó en la cara, y seguí corriendo hasta llegar al borde del arroyo que cruza detrás de la mansión... Mire hacia atrás al oír un sonido aterrador. Sin pensarlo cruce el arroyo, ya que al otro lado estaban las cuadras. Mi cuerpo desnudo estaba empapado y el viento frío y gélido lo azotaba. Nuevamente oí unos ruidos tras de mi...era él, pude verlo a lo lejos, no corría, se acercaba erguido y seguro de que me iba a alcanzar. Entré rápidamente a las cuadras y cerré la puerta por dentro. El rasguido de sus uñas rascando el portón, hizo que mi cuerpo se estremeciera y a la vez que me excitara, a sabiendas de que venía a matarme. Me quedé aguzando, mi sexto sentido clavado en esa puerta...Me dí cuenta que necesitaba sentirlo dentro de mí. La imagen de una mantis religiosa vino a mi mente desbocada. De una patada tiró el portón al suelo...permanecí inmóvil, con esa mirada que el ya conocía...noté como su expresión pasó del odio y la venganza a la rabia y al deseo. Se colocó muy cerca de mí, acerco su boca a la mía rozando mis labios, pero sin llegar a besarlos. Acaricio mi nuca y enredo mis pelos entre sus dedos...tiro fuertemente de mi, arrastrándome de los cabellos, hasta una esquina del granero, la cual estaba llena de objetos antiguos, tan antiguos como nosotros. Cogió dos tablones y los unió en forma de cruz. Me puso sobre ellos estirando mis brazos, uno a cada lado y los amarro al madero...mi cuerpo estaba mojado de deseo, me ponía más exitada el hecho de que me tratara tan mal...me hacía desearlo cada vez mas. Se dirigió a un viejo armario y cogió un martillo y clavos...mis ojos estaban aterrorizados, pero mi sexo cada vez estaba más mojado. Coloco un clavo sobre la palma de mi mano y lo introdujo de un solo golpe de martillo clavando mi mano a la gruesa madera... repitió la misma acción con la otra...yo le pedía, le rogaba, le suplicaba que introdujera su clavo en mi sexo, ese que palpitaba entre sus pantalones. El arrancó de un tirón los botones de su camisa...con sus uñas rasgo la carne de su pecho y me dio a beber de su sangre...yo la tragué ansiosa, voraz...acerqué mi rostro y hundí mis colmillos entre sus costillas...y succioné casi dejándolo seco...El se separó de mi y termino de desnudarse, abrió mis piernas y cumplió mis ruegos, se clavó en mi interior y mis manos se soltaron del tablón, el dolor era intenso y a la vez excitante, mi orgasmo fue brutal, ahhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! y el también gimió, ohhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!! Tras interminables minutos se me quitó de encima y se puso en pie...yo me levanté y mire a mi alrededor. Vi su espada afirmada en la pared, corrí a por ella, el me miro y antes de que pudiera reaccionar le atravesé el corazón. Lo mire a los ojos mientras moría...nuevamente me excite, comencé a masturbarme viendo como se debatía otra vez ante mí. Me puse ante él, introduje mi mano en su pecho y le arranque el corazón, necesitaba comer ya que a mi hacer el amor me abre el apetito y seguro que esta vez no volverá a la vida eterna. Yo decidiré quien vive eternamente y quien muere al instante..porque ese es el primer mandamiento de la vampiresa que mora en mí...
jajajajaajaja.

 

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